El rugido del supersónico: Museo Concorde de Ciudad Juárez
Los avances de la tecnología son constantes y son pocos los lanzamientos que generan una huella imborrable en la sociedad, estos hitos de la historia se van empolvando con el paso de los años. No obstante, Ciudad Juárez ha sido testigo del renacimiento de un vehículo que cambió a la industria, el Concorde, el avión que logró combinar el lujo con la innovación. Se trata del Museo del Concorde, que reabrió sus puertas nuevamente en una nueva locación y con una nueva curaduría.
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El nuevo hogar del titán de los cielos en el Centro de Convenciones Injectronic, cuenta con lo necesario para hacer la experiencia de los usuarios única, cuenta con más de cien piezas del avión y memorabilia que transportarán a los visitantes en viaje por una época que gozaba del lujo y el buen gusto.
Este museo ha tenido diversas etapas, cada una superando en su estética y experiencia inmersiva a su antecesora. Fue en el 2004, cuando la empresa British Airways inició con las negociaciones para distribuir los aviones completos y sus componentes. En este periodo, un grupo de juarenses encabezados por el empresario Héctor Núñez Polanco, se pusieron en contacto con las agencias encargadas de esta distribución en Birmingham, Inglaterra. Una vez hechos los trámites, el transportar las piezas a la frontera fue una odisea, pues Abraham Zúñiga y Virgilio Polanco tuvieron que viajar al país europeo con la intención de transportar más de diez toneladas de componentes del Concorde.
Esta ruta fue vertiginosa al ser por vía marítima con una duración de treinta días hasta Houston, Texas y posteriormente hasta nuestra vecina ciudad, El Paso. Finalmente, el museo abrió sus puertas en el año 2004 en un complejo industrial en Av. Rafael Pérez Serna, donde comenzó su historia como uno de los complejos destinados a enaltecer la industria de la aeronáutica. Posteriormente, en 2016 abrió sus puertas en Av. de la Industria 2091 como Galería Injecto, donde con un enfoque más establecido logró cautivar nuevamente a los juarenses. Es hasta este 2024, que este recinto de la innovación se ha mudado a Antonio J. Bermúdez número 2050, como parte del Centro de Convenciones Injectronic.
Tal vez, lo más emblemático de esta aeronave es la tecnología que se implementó en su creación, pues cuenta con una cabina de control que se desplaza dependiendo de la fase del vuelo, esto permitió que lograra su propósito como el primer avión comercial supersónico. Este vehículo se comenzó a idear desde los años cincuenta, cuando Reino Unido, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en una carrera por ser los primeros en velocidad, así es como resultó atractivo crear una aeronave con la velocidad de un avión militar que fuese de uso comercial. Fue la empresa británica Bristol Aeroplane Company (BAC) que trabajaba en el proyecto Tipo 223, y la francesa Sud Aviation en Super-Caravelle, financiados por el gobierno de cada respectiva nación. Finalmente, se dieron cuenta de que uniendo sus fuerzas en un acto de concordia, construirían algo nunca antes visto, dicho tratado internacional derivó en el nombre de este ícono de la ingeniería.
El Concorde destacaba también en su ingeniería. Que sus materiales fueran de alta gama no se debía a exclusividad, sino que todo su diseño requería de la más alta calidad. Se desarrolló gracias a la cooperación de Francia e Inglaterra. Poseía alas delta, motores Rolls-Royce 543, parte de titanio, frenos especializados y varias características que hacían su diseño el más eficiente en su momento; al mezclarse esto con los materiales, lo hacía un vehículo de alta calidad. Todo lo que estaba dentro del avión era de alta gama. En una frase, el Concorde fue una joya de la aeronáutica que tenía todo lo especializado en él.
En 1960, estaban listos los primeros diseños y fue hasta el 4 de septiembre de 1971 que el Concorde 001 realizó su primer vuelo trasatlántico. Posteriormente, el 2 de junio de 1972, se concretó un segundo vuelo por el Concorde 002. El 21 de enero de 1976 el avión inició sus vuelos comerciales con las rutas Londres-Baréin, París-Río de Janeiro y París-Ciudad de México. La realidad es que este vehículo era toda una experiencia de lujo y tecnología. No solo por la belleza del avión en su totalidad, sino que cualquier aeronave que supera el Mach, desplaza su centro de presión hacia atrás y con ello los ingenieros diseñaron las alas de una manera distinta a la convencional; las denominadas alas delta, sumado a sus cuatro motores Olympus 593 creados por Rolls-Royce, su tren de aterrizaje Bugatti y componentes hechos de titanio para hacerlo más ligero y funcional.
Si bien los viajes transatlánticos de este avión eran únicos por el lujo y la velocidad, pocos podían solventar la compra de un boleto que alcanzaba los 7 mil 500 dólares, más de 15 mil dólares actuales. Añadido a esto, los altos costos de manutención del avión y el accidente del 25 de julio de 2000, terminaron por sacar del aire este coloso de metal. Sin embargo, su legado y la innovación que dejó en la ingeniería es digno de estudiarse, sobre todo en una frontera que tiene un amplio historial en la industria, así como estudiantes que se desarrollan en este ámbito. Con la llegada de este museo, se abre la posibilidad a que sean los juarenses quienes puedan vivir de primera mano la apasionante historia de un ícono de la aviación.
El Museo del Concorde se localiza en Antonio J. Bermúdez número 2050, dentro del Centro de Convenciones Injectronic y abrirá sus puertas los sábados en un horario de 10:00 de la mañana a 4:00 de la tarde con entrada libre.

Humberto caldera
humberto@distopia.com.mx